Tarde en el verano y temprano en el otoño es el mejor tiempo para enfrentar el problema de muchas de las yerbas del jardín. Pero el manejo de las mismas requiere más que tan solo la aplicación de herbicidas. La mejor defensa contra las yerbas es un césped saludable.

El vigor del césped se incrementa con fertilizaciones regulares, y el otoño es la mejor temporada del año para fertilizar. Entre septiembre y temprano en octubre, aplique un paquete de medio kilogramo de nitrógeno por cada 93 metros cuadrados de césped (1 lb. x 1000² ft.). Este proceso anima al césped a recuperarse después del agobiante verano. También, asegúrese de continuar con una irrigación regular hasta ya entrado el otoño. Esto es importante por dos razones. Primero, el césped necesita del agua y, segundo, las yerbas estresadas por la sequéa responden pobremente a los herbicidas.

Antes que usted decida aplicar un herbicida, identifique propiamente las yerbas. Un par de fuertes heladas matarán algunas variedades de ellas, lo que significa que los tratamientos de herbicidas no son solo innecesarios sino que son un desperdicio. Entre las yerbas se incluyen las anuales de verano de hoja ancha tales como verdolaga, cien nudos y portulaca; y pastos anuales como mano de cangrejo, grama carraspera, grama de agua y cola de zorra.

Los herbicidas otoñales en aerosol matan efectivamente yerbas como el diente de león, cardo y correhuela. Use productos que contengan 2,4-D, MCPP, MCPA, triclopir y clopiralid.

Donde sea práctico, lo mejor es aplicar herbicidas directamente y solamente en las áreas afectadas en lugar de aplicar el herbicida en todo el césped. Siempre lea la etiqueta del empaque del herbicida antes de comprarlo, antes de rociarlo y antes de limpiar.

Para “Pesticidas: envenenamiento y primeros auxilios” refiérase al mensaje número 1428.
Para “Pesticidas: toxicidad” refiérase al mensaje número 1430.