La roya del enebro-espino blanco es una enfermedad por hongos que necesita un enebro y un anfitrión alterno para completar su ciclo. Los anfitriones alternos son el manzano, el manzano silvestre, el espino blanco y el fresno de la montaña.
Unas agallas o protuberancias de unos 5 centímetros se desarrollan en los tallos de los enebros a partir de esporas llevadas por el viento desde un anfitrión alterno. Una agalla es un crecimiento anormal de los tejidos de la planta causado por el estímulo de la enfermedad o insecto. En la temporada de primavera, unas esporas, como pasta de dientes, surgen en las agallas. Cada masa es conocida como “teliohorn”. Las esporas del teliohorn son llevadas por el viento hacia un anfitrión alterno donde causan manchas en las hojas. Estas manchas son pequeñas, de un color brillante naranja-amarillo y enmarcadas por una corona roja. Las esporas son producidas en el envés de cada hoja, en unas proyecciones tipo-cabello. El viento lleva la enfermedad de regreso a los enebros.
Las esporas producidas en un enebro tan sólo infectan al anfitrión alterno, y las esporas producidas en este anfitrión solamente infecta un enebro.
Aunque las agallas son inofensivas para los enebros, la infección repetida en el anfitrión alterno puede causar la defoliación temprana, y frutos más pequeños. Los árboles defoliados pueden sufrir daño en el invierno y, por lo general, producen menos frutos la temporada siguiente.
El control cultural incluye retirar las agallas o protuberancias en el enebro antes que produzcan esporas y separar los enebros de potenciales anfitriones alternos. Para lograr este objetivo, algunos cientos de metros de separación son generalmente suficientes en los jardines. El peligro disminuye marcadamente con distancias de por medio, especialmente si existe una barrera natural contra el viento.
Los fungicidas tales como Bayleton y Daconil 2787 aplicados en los anfitriones alternos a intervalos de 7-10 días, empezando cuando empiezan a retoñar, son efectivos. El control químico no es necesario en los enebros, excepto por objetivos estéticos.