Las mentas son, probablemente, la hierba de olor más sembrada. La mayoría de las mentas son perennes verticales que crecen de 60 a 90 centímetros de altura. La menta de Córcega y la poleo son excepciones de poco crecimiento. Las mentas han sido usadas por miles de años como especias culinarias, antisépticos, popurrí y muchos otros usos más.

La familia de la menta, la cual es nativa de Europa, es fácil de cuidar. La mentas se adaptan a una gran variedad de tierras. Debido a que las mentas son tan invasivas, plántelas en contenedores para prevenir que empiecen a tomar control del limitado espacio en su jardín. Para lograr un óptimo crecimiento, plante las mentas en tierra húmeda y orgánica en alguna zona que tenga sombra parcial o en sol completo.

Déles inicio a la mentas a partir de semillas, esquejes o divisiones de una planta establecida. Recorte su planta unas dos o tres veces por temporada para evitar un crecimiento desmadejado.

Coseche sus mentas en la mañana, después que el rocío se haya evaporado para capturar la mayor cantidad de aceites esenciales. No refrigere ni congele la menta porque sus hojas se pondrán negras; puede ser conservada colgándola en racimos hacia abajo para secarla. Use las hojas secas para cocinar o para popurrí.