Los árboles y los arbustos creciendo en su hábitat natural sobreviven muy bien sin ninguna fertilización suplementaria. Las hojas, las agujas y ramas caídas se descomponen en la tierra y los nutrientes se reciclan.

En los ambientes urbanos, los paisajes se mantienen arreglados, y las hojas y ramas son retiradas. La tierra se compacta cuando los humanos caminan o con el paso de los vehículos. Los edificios, por lo general, reflejan el calor, creando un estrés adicional en las plantas.

Las plantas leñosas, como árboles y arbustos, en los paisajes urbanos podrían necesitar ser fertilizados cuando sus hojas son más pequeñas y menos verdes con el paso del tiempo. Muchas veces, temprano en la primavera, las hojas son verdes, pero a medida que la temporada progresa, cambian de color y se caen prematuramente. El árbol bien pudiera verse menos lleno, en contraste con años pasados y el crecimiento anual de sus retoños individuales puede ser más corto.

En general, la mejor época para fertilizar es después que las hojas nuevas se han extendido completamente en la primavera o verano temprano. Por lo general no se recomiendan las aplicaciones de fertilizante en el otoño.

La fertilización excesiva puede dañar severamente, o aniquilar, las plantas leñosas y el fertilizar no lo cura todo. Un buen mantenimiento de los árboles, incluyendo poda adecuada y riego, es necesario para que la fertilización sea de beneficio. Si el árbol es plantado en una mala ubicación, o si no es adaptado al área, el fertilizar hará más daño que bien.